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CATALINA ALZATE

LOS VENDEDORES AMBULANTES Y SUS IMAGINARIOS COLECTIVOS SOBRE EL DINERO

10/20/2016

 
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Durante varios meses en Bogotá estuve conversando con 19 vendedores ambulantes, con el fin de explorar cómo su comprensión sobre el dinero y sus aspiraciones para el futuro son construcciones colectivas más que percepciones individuales. Este estudio incluyó entrevistas individuales y experimentos económicos para explorar dinámicas de cooperación entre ellos y ellas.
Los vendedores/as ambulantes constituyen una compleja red de actores entre varios sectores, desde la sociedad civil hasta los distribuidores, los intermediarios y los gobiernos locales. Los vendedores/as tienen percepciones e imaginarios sobre el dinero y su capacidad de ahorro. Estas percepciones no son individuales, sino creadas y moldeadas por el colectivo al que pertenecen. La forma en que se asigna los espacios públicos y la configuración de sus centros de poder son determinantes para ahorrar dinero juntos.

Esta iniciativa fue asesorada por profesores de la Facultad de Economía de la Universidad de Los Andes, quienes me introdujeron a la importancia de encontrar "patrones"al estudiar el contexto. Sin embargo, durante mis conversaciones comencé a encontrar cómo las coincidencias realmente configuran formas colectivas de hacer las cosas -opuesto a que decir que muchas personas hacen lo mismo.
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Ambiciones colectivas para permanecer en la informalidad

Los vendedores se identifican como parte de un colectivo que funciona dentro de circuitos de informalidad e invasión del espacio público, por lo tanto su negocio es muy volátil. Muchos estudios consideran la flexibilidad en términos de tiempos de trabajo y ubicación para trabajar, así como la simplicidad de la logística que se necesita para sostener este negocio, como las razones principales para que los vendedores no entren en los mercados formales. Este argumento considera las ventas callejeras como una actividad muy estática, como si sus condiciones fueran las mismas para todos los periodos de tiempo, o afectaran a todos los vendedores/as de la misma manera. En realidad, entender por qué los vendedores/as prefieren permanecer en la informalidad nos llevará a momentos incluso antes de iniciar este negocio.

La gran mayoría de los vendedores/as ambulantes comenzaron su negocio como una imitación o por recomendación de un familiar o un amigo. La mayoría comienza este negocio como una alternativa a condiciones económicas precarias y les funciona como una especie de escape, porque las ventas callejeras no son un negocio muy intensivo en capital al principio y es un canal muy conveniente para la gente, por lo que no es difícil conseguir clientes. A un nivel menos práctico, las ambiciones al iniciar el negocio fueron en todos los casos moldeadas por amigos o miembros de la familia que lo recomendaron.

Éste es uno de los aspectos importantes en la comprensión de los imaginarios colectivos sobre el dinero. Dada la falta de herramientas para predecir realmente la rentabilidad del negocio, los vendedores/as ambulantes entran en este círculo con la esperanza de superar un descenso económico particular, pero no como un trampolín que los llevará hacia una mayor estabilidad económica. En consecuencia, la justificación de no transición a actividades económicas formales está vinculada a la falta de incentivos para hacer crecer el negocio (una motivación colectiva), más que a su conformidad dentro de la informalidad.
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​Creatividad colectiva y deudas

La manera en que los vendedores arreglan y decoran sus herramientas de trabajo está inspirada por otros de manera constante. Esta creatividad también trasciende cuando se trata de ahorrar dinero juntos, como es el caso de las Asociaciones Rotativas de Ahorro y Crédito (ROSCAs), localmente conocida como ´cadenas´.

17 de los 19 vendedores/as han sido parte de una cadena en el pasado o en el momento de nuestras conversaciones. En la mayoría de los casos, las cadenas se constituyen entre los vendedores/as ambulantes solamente y los participantes adicionales son miembros de sus familias. Las cadenas empiezan después de reunir gente y nominar a una persona como contador. El grupo decide una contribución monetaria individual y periódica que es administrada por uno de los miembros de manera aleatoria, hasta que todos ellos han recogido su parte y la cadena comienza de nuevo.

Para los vendedores/as, la razón más frecuente para iniciar una cadena es pagar deudas. Y aquí está otro aspecto importante sobre la colectividad en las ventas callejeras. Las deudas son una preocupación constante e involucran no sólo deudas a instituciones financieras, sino también entre los vendedores/as. Curiosamente, los vendedores interactúan en círculos de deuda y crédito que reconocen como insostenibles y como el mayor obstáculo para su gestión financiera personal. Las cadenas se convierten en la herramienta para resolver este problema, pero la constante participación en los fondos colectivos de dinero no se ve como una deuda adicional (a veces con la misma persona que les prestó dinero fuera de la cadena) sino como una responsabilidad con el colectivo. Sin embargo, aparte de resolver la necesidad inmediata de pagar deudas, las cadenas no proporcionan ninguna herramienta para la gestión de ahorros y créditos.

Por otra parte, los circuitos financieros a los que se suscriben los vendedores/as callejeros se caracterizan por ser un entorno de bajo costo, donde muy pocas veces tienen acceso a cantidades de dinero que exceden la suma mensual básica. Esto no es sólo una descripción del perfil financiero de los vendedores, sino que para ellos crea un imaginario de bajo costo. Se han adaptado a sí mismos y sus familias a ciclos de pago de deudas pequeñas y continuas, pero no reservan dinero para el futuro, no sólo porque el dinero no es suficiente, sino porque no existe el imaginario de alcanzar objetivos más amplios.
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Percepciones colectivas de poder

Dado los conglomerados de familias de vendedores/as ambulantes ubicados en sectores específicos, existen centros de poder que determinan la entrada o salida de otros vendedores en el mismo sector. Teniendo en cuenta que la elección de una calle concreta para trabajar es de hecho una decisión estratégica, donde el tipo de consumidores y su frecuencia son las variables más importantes, entonces algunos de ellos no tienen acceso a lugares privilegiados. Todos los vendedores/as ambulantes empiezan el negocio con una estructura improvisada con un carrito de mercado donde exhiben sus productos y algunos de ellos son elegibles para obtener un quiosco adjudicado por el gobierno local, lo que fija su ubicación en las calles, interrumpiendo el orden establecido por los líderes de la zona.

Las redes espaciales de los vendedores/as sugieren apoyo mutuo y obligaciones, que constituyen una red real donde los ahorros pueden suceder. Sin embargo, la complejidad de ocupar un determinado lugar, junto con las redes locales mediadas por los líderes políticos, se traduce en la segregación política en la distribución del espacio que hace difícil para algunos vendedores asociarse con otros.

Sobre la cooperación con otros vendedores
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En medio de esta red compleja, la colectividad que representan los vendedores/as abre espacio para la colaboración y la cooperación. En un breve experimento económico en el que creé una situación hipotética para probar la voluntad de colaborar entre 3 y 4 vendedores/as, concluyo que ellos/as están dispuestos a colaborar con otra persona, especialmente si se ubica cerca de su lugar y pueden comunicarse diariamente. En todos los casos, los vendedores estaban dispuestos a arriesgar una pequeña cantidad de dinero para obtener beneficios a largo plazo colectivamente con otros.

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